Tuesday 5 February 2008

Simbología de croché


Su madre presumía de ser la mejor bordadora de Berriozar. El ganchillo no tenía secretos para ella, desde el punto de cruz a la horquilla. Abandonó el nido familiar con un amplio ajuar compuesto por dos pesadas colchas, media docena de manteles, fundas de almohada, un precioso mantelito para colocar encima del televisor y un juego de toallas con puntillas azul celeste realizadas a mano. En cada aniversario su madre sumaba una creación cada vez más sofisticada al museo de la labor en el que se había convertido su domicilio. Una funda para el móvil, un maletín para el portátil, una cartuchera para la Beretta, incluso llegó a fabricarle una funda para su Yamaha Special que era la envidia de los vecinos de su urbanización. Lo que nunca pudo sospechar su madre es que un día, aquel cuadro en el que una serpiente de lana de algodón abrazaba a un hacha pixelada terminaría por convertirse en prueba circunstancial para la encarcelación de su amado hijo. Eso sí, sus creaciones en ropa interior de bolillos hicieron furor entre los compañeros del trullo.