Tuesday 18 March 2008

Castillos de cartón



Los acordes de un romance asoman por una de las estancias del castillo. Una docena de pequeños bufones en verde y rojo entona la letra bien aprendida con un grupo de damas de tonos encarnados mientras en la torre próxima un nutrido escuadrón de caballeros armados con papel de plata se deja devorar por los nervios antes de librar la que probablemente sea su primera batalla. Dos pacíficos dragones de diez piernas recorren torpe y desacompasadamente el pasillo. El cuerpo del Conde Olinos ya ha sido atravesado por las lanzas, su sangre no era real. En la Almena principal, El Cid y sus caballeros se preparan para un triste destierro mientras Doña Elvira y Doña Sol, unas valientes hijas travestidas, ultiman los detalles de una boda no deseada. A escasa distancia, un desorganizado ejército vikingo ensaya técnicas de ataque tras unos escudos de cartón. Pequeños caballeros se ajustan los yelmos y petos de gomaespuma, cuando empiezan a sonar los primeros avisos de la justa. Es jueves de Carnaval en el cole de La Navata cuando una cetrera acaricia a un temible halcón de cartulina hambriento de papel. Los infantes, caballeros, damas, reyes, guerreros, lecheras, sacamuelas, bufones y plebeyos sonríen con los ojos. El generoso sol, disfrazado de Reina Primavera, empieza a ponerse. Gargantas desgastadas, pies doloridos, calzas polvorientas y un álbum de recuerdos cierran formalmente la Edad Media.