Friday 7 October 2011

Under pressure


“Tío, esto tenemos que acabarlo ya, porque los de KPMG nos están metiendo a lot of pressure”, oigo decir a un tipo dentro de un traje gris marengo a través de su blackberry plateada. Me estoy haciendo mayor suddenly, porque esta especie de bilingüismo se extiende por todas las capas sociales sin remedio y yo no me cosco de nada. En cualquier conference call de mi workplace, al menos una de cada diez palabras se usa en inglés, da igual que tengan traducción sencilla o no y que todos los asistentes estén más próximos al continente africano que al mundo anglosajón. Que si los objectives, que si el focus, que si el target, que si el looking forward. Me gustaría integrarme, de verdad, pero sólo se me ocurren sentencias absurdas. Del tipo “Ustedes me disculparán, pero tengo que ir al bathroom because me cago vivo”.
“Voy a parar un ratín a comerme una Apple”, dijo hoy un tipo en mi oficina antes de zamparse con ansia su MacBook Air en memoria de Esteban Trabajos.   

Tuesday 16 August 2011

¡Todo Tuyo!



Un par de monjas carmelitas vende Kleenex en la acera de los impares de la calle Atocha. Unos metros más abajo, un grupo de peregrinos riega con agua sucia los parabrisas de los vehículos en el semáforo de la Glorieta del Emperador Carlos V. En la Cuesta de Moyano, paramilitares bajo la apariencia de Boy Scouts revisan los bajos de los feligreses en busca de artefactos explosivos. Capitanes con alzacuellos navegan por almas revueltas en veleros de contrachapado que tiñen de blanco inmaculado el Jardín del Buen Retiro. Un nutrido grupo de “papaflautas” armados con bongos, bandurrias y guitarras ofrece una selección actualizada de los grandes éxitos eucarísticos acampado en uno de los polideportivos o colegios ocupados por la visita del Papa. Las ratas tratan sin éxito ocultar su hambruna en las cloacas, desbordadas por una avalancha inexplicable de yonkis, rojos, putas, mendigos, librepensadores, abortistas y maricones.

Thursday 11 August 2011

London calling y los Flute Dogs

“Se ha declarado la guerra, la batalla se acerca (…) Londres se está incendiando y yo vivo junto al río” Joe Strummer y Mick Jones, 1979. http://tu.tv/videos/london-calling-the-clash-subtitulos-i
 
      La dudosa elección de un tema tan inconformista e incendiario como el London Calling de los Clash como himno de los Juegos Olímpicos londinenses de 2012 alcanza ahora cotas de surrealismo lisérgico habida cuenta de los salvajes disturbios que azotan a la capital británica y a ciudades como Manchester, Liverpool y Birmingham.
Probad a quitar el sonido a las imágenes de los conflictos y poned encima esa machacona y poderosa marcha (Em Am7 G Am7) que pese o quizás precisamente por su simpleza estructural, es un himno generacional cuyo uso publicitario es una muestra más de la falta de escrúpulos del marketing capitalista en este momento de enajenación mundial.
La apatía de los políticos, la reinvención de la teoría económica, el fracaso del capitalismo, las revueltas en medio mundo y la manipulación informativa se conjugan en este lienzo cubista en el que nos cuesta encontrar atisbos de realidad. Instalados en esta rutina surrealista hasta mi madre escucha sin inmutarse la apertura del telediario con el repunte de la “prima de riesgo por las dudas sobre la consolidación fiscal” y el gobierno iraní (el de ese defensor de su pueblo llamado Ahmadineyad http://www.youtube.com/watch?v=YuKU_eHado4) insta a las autoridades británicas a no actuar con violencia amenazando con cerrar su embajada en la City. En España, el único diario independiente – el que ofrece gafas con el emblema del vaticano y un rosario con la bandera nacional para la visita del Papa – llama a los protagonistas de los disturbios “indignados”, la acepción menos despectiva de las que utiliza el grupo que acuñó el término “perroflautas” para ganarse la simpatía de los militantes del “15-M”.
Quizás sea yo, pero me da la sensación de que el término “indignado” vale para todo. Recientemente un diario deportivo titulaba “un perroflauta en Asturias” en relación con la decisión del futbolista Javier Poves de abandonar su carrera deportiva asqueado por el negocio que rodea al fútbol profesional. Al margen de que uno pueda coincidir o no con las opiniones del futbolista, la sociedad debería mostrar cuando menos respeto por una decisión que, sí, pone en tela de juicio el sistema, pero en una actitud esencialmente noble, veo difícil encontrar motivos oscuros (aunque, obviamente muchos escépticos hablan de los 15 minutos de fama a los que se refería Warhol).
Independientemente de la malicia, las similitudes que asocian algunos medios a los movimientos español y británico pecan de un simplismo o falta de conocimiento notables. El 15-M español busca canalizar el desencanto y el rechazo hacia algo positivo, con propuestas más o menos románticas, pero en intención constructiva. Además, refleja la recuperación de una cierta conciencia política entre las generaciones "perdidas".
Los hoodies (literalmente “encapuchados”) londinenses representan exactamente lo contrario. Son un reflejo de falta de valores políticos, egoísmo y consumismo. Mientras unos piden a la clase política o económica que deje de robar, los otros exigen y practican una democratización del robo (“Si los banqueros roban, nosotros también”, parece ser el lema, según el cual, hasta Camps sería un “indignado”).
“Quieren un I-Phone” resume perfectamente un colega británico de vuelta de todo.
 El vídeo en el que unos tipos roban la mochila de un chaval herido en los disturbios mientras simulan ayudarle ilustra dramáticamente la falta de valores. http://www.impre.com/la-gente-dice/viewArticle.action?articleId=281474978860250
El conflicto, lejos de lo que sostienen otros, tampoco tiene nada de racial, clasista sí, pero no racial. El movimiento tiene que ver con las clases más pobres, independientemente de su color, en un país que es mucho más clasista que racista. De hecho, en una región en la que los blancos pobres son muchos, es curioso que los barrios de kurdos, musulmanes o pakistaníes encuentren al menos un cierto freno al conservar referentes en sus propias comunidades, de los que carecen los “white trash”.
No se equivoquen, tampoco son punks. La pose apolítica del movimiento al menos tenía un fondo anarquista, lo de hoy es puro egoísmo. “Que no te digan lo que quieres, lo que necesitas (…) somos las flores en el cubo de basura”, decían los Sex Pistols en su God save the Queen, otra buena sintonía para la gala inaugural de los JJOO.

Thursday 16 June 2011

Lo difícil es seguir siendo




La literatura y el cine infantil y juvenil están llenos de referencias a seres malvados que, en base a su relación con almas puras acaban renegando de su villanía y se convierten en blanditos peluches bondadosos. Yo no digo que esto no suceda fuera del imaginario artístico, pero desde luego, no es corriente. Mi experiencia empírica apunta a todo lo contrario. La bondad intrínseca del ser humano se desvanece tarde o temprano en la inmensa mayoría de los casos como consecuencia, precisamente, del cansancio que provoca el acto de dar sin recibir. Sé que para la mayoría de vosotros no es una sorpresa afirmar que se espera mucho más de aquellos que no son amigos de dar que de los que nos regalan su generosidad a diario. Pero esta reflexión aparentemente banal, cobra una importancia extraordinaria si uno la traslada a su microcosmos familiar. Realmente no sé cómo quiero educar a mis hijos. Está claro que no quiero que sean unos hijosdeputa sin escrúpulos, pero tampoco pueden cumplir las expectativas de aquellos que quieran tener siempre a mano una teta de la que mamar presumiendo además de lo bien alimentados que están y de lo mucho que hacen por mejorar la salud de la especie. Lo difícil no es ser buena gente, sino seguir siéndolo. ¡¡¡Temblad plañideros amigos de Winnie the Pooh, su pañuelo está hasta arriba de mocos!!!

Tuesday 7 June 2011

Sombra infausta

Aparta de una vez negra, profunda, fría, húmeda, malvada y eterna tiniebla. Jugaste con nuestra pequeña por unos segundos, pero esta vez vencimos nosotros. Traidora, desalmada y arbitraria, ignoras que su alma es incandescente.

Thursday 7 April 2011

Hasta pronto, viejo

  “Carlos, tengo que marcharme porque no soporto mirarte por  el parecido enorme que tienes con tu padre”, me dijo un tipo del que yo no me acordaba pero que, según me contaron, se corrió unas buenas juergas contigo, Fito, Rafa, Yolanda, Miguel y Peque, de joven. “Siempre decía lo orgullosísimo que estaba de ti y lo mucho que te quería”, sentenció. Ahí sí me quedé perplejo y, medio en broma, le dije que si estaba seguro de no haber confundido el número del velatorio. Te habrías partido el culo al ver su cara de asombro antes de echarse a reír y abrazarme como si te estuviese estrechando a ti.
 Fernando y Juan Carlos ilustraron divinamente lo mucho que me querías al explicar el cariño con el que  tratabas a mis amigos en un gesto que sólo podía ser reflejo del amor que sentías por mí. No puedes ni imaginar la de gente próxima que vino a despedirte. Algunos de ellos habían estado en mi recuerdo la noche anterior, cuando trataba de rememorar buenos momentos, desgraciadamente casi todos ellos en blanco y negro, pero de los que inevitablemente eran partícipes. Desde Fito y Yolanda, a Claudio y Juli, pasando, cómo no, por algunos de tus hermanos, particularmente tío Braulio y aquellos festejos sin fin en el pueblecito de Segovia al que iremos a celebrar tu muerte con unas cervezas y un cordero como a ti te habría gustado. 
Por mediación de mi gran amigo Charlie, hasta Duncan, compañero ocasional de tu amado tenis, mandó sus condolencias y tu pareja actual de raqueta, Ángel, estuvo contigo en las demenciales cuatro putas horas que tardó en llegar un todopoderoso juez sin toga.
Habrías estado orgulloso de mamá, que aguantó el tirón con una entereza digna de ti y sólo mostraba un lógico desplome en la privacidad familiar. Queta, Tere, Pilar y Conchi te hablaban a través del sórdido espejo que separaba tu cuerpo sin vida de nuestros acelerados latidos mientras Miguel y Juan, perfectos anfitriones, supieron sobreponerse cuando fue necesario y atender al tropel de seres cercanos y queridos de unos y otros que pasaron a despedirse.
Juan Carlos, Cristina, Vanesa, Miguel Ángel y José Manuel sufrieron la pérdida como adultos, al igual que su cariño en los últimos años fue mucho más allá del amor infantil que te profesan tus nietos, que en estos días hacen muchas preguntas no sólo sobre tu estado actual, sino sobre el pasado, el futuro y cuestiones aparentemente triviales que en su mundo tienen una importancia bestial.
“Odio la palabra morir, me gustaría que no existiera”, sentencia Olivia mientras juega alegremente con una pelota gigante y sus hermanos ceden al llanto que ella ya soltó los dos días anteriores.
Angelita, nuestra segunda madre, acompañó a mamá en cada instante de los dos días más largos que jamás habíamos vivido. Cuando nos dieron la oportunidad de una última despedida la espeluznante frialdad de tu rostro y el estallido de dolor se compensaron largamente con el consuelo de sentir de nuevo la proximidad de tu cuerpo.
Por mi parte, tras sentirme arropado por un gigantesco manto de amigos de Buenos Aires a Nueva York, he aprovechado esta mañana mientras los niños debatían sobre ti en la asamblea del cole para cantarte en privado un par de canciones (el “Padre” de Aute y el “Cantares” de Serrat/Machado) que sé que te habrían gustado, por mucho que nunca me lo hubieses dicho directamente. Melouda, de otra cultura, no parecía entender mi duelo y flipaba al verme tocar la guitarra en estas circunstancias.
Los acordes de determinadas canciones, los partidos del Atleti, el olor a  lavanda que desprendía tu crema de afeitar, el tacto de tus raquetas y unas camisetas tres tallas por encima de la mía, Lendl y los míticos enfrentamientos con McEnroe que visionabas una y otra vez evocarán tu memoria, sin duda. Pero no tengo necesidad de atesorar recuerdos, con  mirarme al espejo es suficiente.
Hasta siempre, padre

Tuesday 15 March 2011

Mi pequeño


Técnicamente todavía no ha alcanzado la pubertad, pero su alma mide ya más de dos metros.  Pese a la estrechez de las muñecas y a una estatura bajo percentil, ya ha desarrollado algunas habilidades propias de un campeón.  Con tendencia a dispersarse, un grado de despiste que sólo puede competir con el de su padre, Diego también posee un grado de entrega, pasión y compromiso poco habituales, que compensan con creces sus descuidos. Con apenas 12 años tiene una cultura musical y cinematográfica extraordinaria. Su pasión por la música, con la inestimable ayuda del maestro Mario, le permite sacar una rítmica impresionante a su Grestch vintage gracias no sólo a su habilidad con las baquetas y una excelente coordinación, sino también a unas ganas que vencen muchos obstáculos, casi las mismas que le permiten jugar al baloncesto superando su baja estatura con unos latidos que  ensordecen el campo. Tengo algunos encontronazos con él, para qué negarlo, pero no es más que el temor a verle repetir mis propios errores con algunas pautas de comportamiento que me recuerdan al niño que una vez fui. Bajo una aparente indiferencia se esconde una sensibilidad de un romanticismo que asusta. A veces me sorprende con afirmaciones infantiles: “No sé si voy a ser baloncestista, batería de un grupo famoso o veterinario”. En otras me desencaja cuando descubro su facilidad para detectar el sufrimiento o una determinada actitud esquiva en un tercero. Saboreo cada momento compartido al margen de la diferencia generacional. Ya sea una mini jam session, la revelación de un nuevo grupo, un western oscuro  o una partida de la Play. Muchas felicidades Dieguito, es una suerte tenerte.

Wednesday 2 March 2011

María


No aparta esos ojazos pardos como almendras cubiertas de magnesio cuando las cosas se ponen feas. Es generosa sentimental y materialmente, bondadosa, con un amplio sentido de la justicia. Heredó los genes de satisfacer a quienes le rodean, pero mejoró la casta con unas firmes convicciones que la llevan en ocasiones a tomar decisiones que no necesariamente son del agrado de todos, algo que a nosotros nos ha costado cuarenta años y que todavía ejecutamos con notable dificultad. Adoro su media sonrisa apoyada en el hoyuelo de la mejilla izquierda, su contagiosa carcajada, su vital forma de entender los estudios, la lectura, el cine, la amistad, la familia… la vida. Es uno de los grandes alicientes de mi vida. Pensar en ella, contemplar su vitalidad, su verborrea cuando regreso del trabajo con ganas de dormir durante años es la mejor terapia que uno puede recibir. Y todo esto con 14 años. Felicidades María.

Thursday 17 February 2011

¿Por qué somos del Atleti?

Él, acérrimo madridista, vivía en el castizo Paseo de los Olmos, a poca distancia del Vicente Calderón. Ella, seguidora por herencia y corazón hasta del extinto Atlético Madrileño pese a un apellido de lo más merengue, habitaba un piso muy próximo al inmaculado Santiago Bernabéu. Ella elogiaba a la afición atlética y su forma de entender el fútbol y la vida, al tiempo que se sorprendía de la frialdad de los seguidores madridistas, a los que contemplaba en semanas alternas en los aledaños del estadio con la sensación de que iban a una reunión de negocios.
Aunque le costaba entender el carácter voluntario de sufridor, él reconocía la alegría natural del aficionado rojiblanco, el colorido que sembraba el barrio los días de partido, pero odiaba no encontrar sitio para aparcar y tener que aguantar los gritos y cánticos desde el ático con vistas al Manzanares mientras fumaba un cigarrillo con su también madridista padre.
Como mucho identificados por unas discretas bufandas blanquiazules, los coches parecían formar parte inevitable del ritual de muchos de los aficionados merengues en jornada de partido, por lo que ella también sufría los tráficos, dobles y triples filas que, ante la impasibilidad municipal, tomaban los alrededores de su casa cada quince días.
Él simplemente daba hondas caladas a su cigarrillo mientras hacía chistes con su padre sobre la posible marcha al Madrid del Kun Agüero mientras ella resistía durante apenas unos minutos sus impulsos emocionales antes de llamar a la grúa municipal para poder entrar en el garaje pese a saber fehacientemente que, hasta el final del partido, habría de aguantar dentro del coche.
Mientras en uno de los estadios los aficionados compartían risas y llantos, en el otro comían pipas con una habilidad funcionarial.

Monday 14 February 2011

La reforma de las pensiones (y2)


Nadie en el Hemiciclo quería asumir el coste electoral de una subida de la edad mínima de jubilación por mucho que las pirámides poblaciones, el aumento en la esperanza de vida, y unas aportaciones insuficientes para que 22 millones de trabajadores pudieran financiar la pensión de 15 millones de jubilados en un horizonte no muy lejano, no dejasen lugar a dudas de que el sistema público es insostenible. Ante la falta de acuerdo en el engolado e internacionalmente sobrevalorado Pacto de Toledo, el Gobierno, en acuerdo secreto con el principal partido de la oposición, decidió volver a abrir el cofre de los denostados fondos reservados - que no computan en los sagrados objetivos de déficit público - y olvidó por un momento la congelación salarial y de contratación de funcionarios para recuperar la negra, despreciable pero bien remunerada figura del verdugo. Al tratarse de una actividad ilícita y paraestatal, las oficinas del INEM no podían ofrecer este empleo a los parados y el proceso de selección hubo de encargarse a un Comité de Expertos compuesto por miembros del gobierno, la oposición, El Banco de España y la Casa Real. En el caso del gobierno, el azar eligió al representante del Comité ante la reticencia de los miembros del Consejo de Ministros a participar en el proceso. Una de las ministras hizo honor a su apellido y sacó la pajita más corta en un proceso dirigido por el prestidigitador Ministro de Fomento. En la oposición, en una jugada de manual, Esperanza Aguirre hizo correr la voz de que quería hacerse con el puesto a toda costa, por lo que al final el marrón le cayó al Excelentísimo Alcalde de Madrid en un intento de su partido de construir un poderoso dossier para frenar posibles aspiraciones futuras. El omnipresente Banco de España designó a uno de los más fieles conserjes de la Calle Alcalá que antes de custodiar el oro ruso llegó a ser sargento de la Legión en Ceuta. En la casa Real, la indisposición de su Majestad y la pila de plancha pendiente del heredero al Trono llevaron a los consejeros reales a designar como representante externo al Conde de Marichalar, a fin de cuentas, un padre real.
En las primeras reuniones ya se puso de manifiesto la dificultad de la misión, empezando por el lugar en el que convocar la junta que, finalmente, resultó la cámara acorazada donde el Banco de España todavía guarda cientos de lingotes de oro, algunos de ellos incluso con la esvástica de algún pago nazi al régimen. En la antesala del complejo sistema de ascensores sumergibles en caso de emergencia para impedir cualquier asalto a las cámaras acorazadas con las que sueñan los numismáticos, la ministra Pajín manifestó su descontento por la escasa diversidad del comité. Sólo una mujer, ninguna persona de otra raza o condición sexual minoritaria. El conserje dejó ver los tatuajes caseros apenas distinguibles en lo que debieron de ser los bíceps haciendo notar su condición de minoría "amás de haber sodomizado, me perdonará su señoría, en más de una ocasión a algún que otro animal de granja". Las monteras que Gallardón tenía por cejas se encorvaron ante el comentario del ex-legionario mientras Don Jaime admiraba su combinación de pantalones fucsia y una camisa verde de amebas mientras pensaba que era la única persona con clase del grupo y sacaba de su riñonera Chanel un móvil Vertú con diamantes para comprobar que, efectivamente, en el búnker no había ni una línea de cobertura y él tenía cita en la peluquería a las 5.45.
Una vez en la estancia, el comité de sabios constató que había olvidado encargar las viandas así que jugaron de nuevo al palo más corto y la ministra, ya algo mosqueada por su mala fortuna, hubo de subir al Rodilla de la esquina a traer una combinación de sandwiches y media docena de bayonesas por si la reunión se alargaba.
Tras la frugal comida, los miembros de la nueva sociedad secreta decidieron que pondrían un anuncio en los periódicos nacionales de gran tirada y en La Gaceta, refugio de patriotas y soldados de Dios. Tardaron un par de horas- tiempo más que suficiente para dar buena cuenta de las bayonesas- en decidir el texto del anuncio: "¿Eres de los que toman sin dudarlo el último canapé de la bandeja? ¿Decidido? ¿Valiente? ¿Sin complejos? ¿Prefieres la victoria a la honra? ¿Te gustan las pelis de Chuck Norris/Charles Bronson/Van Damme o Steven Seagal? ¿Estás dispuesto a ayudar a tu país con una excelente remuneración?.
El apartado de correos al que remitía el anuncio recibió cientos de respuestas, aunque por uno u otro motivo - el regidor madrileño lo atribuyó al texto del anuncio con el que nunca estuvo de acuerdo- la mayoría de los candidatos tenían instintos asesinos, sí, pero estaban lejos de tener el glamour o la elegancia y discreción de un agente secreto. Además, se daba la circunstancia de que la mayoría de ellos eran al menos sexagenarios.
Un viernes, tras ver el titular del periódico mientras desayunaba unas porras con cazalla y un café, el empleado del banco central dio con la solución: El colectivo de controladores aéreos. Ya eran lo puto peor en imagen social, estaban acostumbrados a trabajar en turnos y quizás alguno de ellos podría ser acusado de traición, circunstancia perfecta para ofrecérsele un indulto a cambio de un trabajito para el Estado. Además, en términos generales, se trataba de tipos educados, con una imagen física excelente. Incluso uno de sus portavoces tenía club de fans en facebook. Como media España, que odiaba a esos diablos que provocaron el primer Estado de Emergencia de la democracia, daba por hecho que la cuestión de escrúpulos estaba resuelta. Media docena de Aston Martin, una buena paga, un par de trajes y una magnum del 45 harían el resto. Jubilados, incapacitados laborales y parados, no abran la puerta a desconocidos aunque lleven traje.
 

Thursday 10 February 2011

Luz de gas


Tomás era un empleado eficiente, ordenado, cumplidor, obediente y razonablemente bien valorado. Divorciado sin hijos, extendía su jornada laboral mucho más de lo exigido, lo cual generaba inevitablemente ciertos celos cuando no enemistades entre los compañeros del Ministerio, conocedores de todas las triquiñuelas de libranza que ofrece la Administración Pública. 
En contra de lo que muchos pensaban, Tomás no era un tipo ambicioso, había dejado pasar diversas pruebas de promoción satisfecho con sus labores administrativas. Un salario en línea con la media nacional, una mesa razonablemente ancha, un PC con procesados 486 y lenta conexión a internet, una grapadora con su nombre grabado en indeleble, una cajonera móvil con tres compartimentos y un combo con lápices, bolígrafos, un par de fluorescentes, un diccionario editado en 1975 y un juego de celo y tijeras hacían que su vida laboral fuera plena.
La señora de la limpieza le adoraba. Su escritorio era un ejemplo de orden y pulcritud a pesar de que personalmente daba una cierta sensación de desaliño, con una vestimenta repetitiva que parecía sacada de los saldos de un Lidl en una remota región del Kurdistán y que dejaba salir a trompicones un intenso olor corporal.
Solía comer solo, en escasas ocasiones acompañaba al resto de los funcionarios que usualmente bajaban en tropel a comer en el sótano-comedor del Ministerio. Él prefería comprarse un par de sándwiches baratitos y comerlos en un banco con luz natural frente a la oficina. Así que las conversaciones, casi siempre críticas o sarcásticas, cuando no crueles, en torno a su persona eran frecuentes entre el personal del centro.
Era objeto de bromas con cierta asiduidad pero nada parecía importarle empotrado entre las mamparas móviles a media altura que le protegían en su pequeño palacio. Una mañana perdió la templanza habitual al reparar en que su grapadora azul celeste había desaparecido. Tras revisar mentalmente las últimas ocasiones en las que usó tan imprescindible herramienta, probó a abrir el primer cajón del escritorio móvil, lo que precipitó una catarata de objetos al suelo dado que el mueble o los cajones habían sido dados la vuelta.
Se levantó nervioso, incapaz de soportar la visión de tal desorden y escudriñó una por una el resto de las mesas de la planta en busca de su grapadora. El resto de los compañeros hicieron como si no hubieran oído el estruendo que provocó la cajonera ni la extraña actitud de Tomás hasta que en la mesa de la secretaria, junto a la entrada, divisó una grapadora azul celeste. Antes de proferir un grito sobre la propiedad descubrió que, pese a parecer su grapadora, no contenía su nombre grabado en indeleble. “TomasA” rezaba el rótulo negro en la espalda de la grapadora.
Tuvo que contener su ira antes de regresar a su escritorio, recoger los objetos esparcidos por el suelo, dar la vuelta a los cajones y tratar de recuperar la calma. Decidió usar un clip para agrupar el dossier y, por primera vez en años, se marchó a casa tres horas antes del horario habitual.
Cuando salía por la puerta le pareció escuchar su nombre entre risas uniformes, pero no miró hacia atrás. En el rutinario camino de vuelta a casa se equivocó de calle y tuvo que dar una vuelta por la M-30 para poder encarar su garaje. Con tendencia a automedicarse, se tomó un par de Lexatines antes de echarse en el catre pese a lo cual se levantó puntual a las 05.57, tres minutos antes de que sonase el despertador.
Llegó, como siempre, el primero a la oficina y descubrió con sorpresa encima de su inmaculada mesa la grapadora azul celeste con su nombre grabado en indeleble. Trató de no darle más vueltas y se dedicó a repasar la contabilidad trimestral. A media mañana, con la oficina todavía en media entrada se levantó al escuchar a alguien llamarle enérgicamente. Pero todos sus compañeros estaban centrados en sus asuntos y no pudo encontrar el origen de la llamada. Antes de la hora de comer dos compañeros pasaron sin saludarle por delante de su escritorio, incluso uno de ellos tomó prestada la grapadora – todos sabían que era un poco maniático con sus cosas - como si él no estuviese presente.
Al día siguiente, uno por uno, sus compañeros le preguntaron que cómo estaba, dando por hecho que el día anterior había estado enfermo. Abrumado por esta extraña muestra de cariño y por el hecho de que estaba seguro de haber asistido al trabajo el día anterior, optó por no contradecir a nadie, como solía hacer, y dijo que se encontraba mucho mejor.
Ni siquiera trató de levantarse cuando escuchó su nombre en tono de llamada en varias ocasiones a lo largo del día y tampoco le sorprendió comprobar al encender el ordenador que el teclado y la pantalla estaban boca abajo.
Decidió dejar el coche aparcado y volvió a casa caminando pero cuando iba a saltar la verja del hospital fue detenido y conducido a su habitación por dos fornidos Ateeses. Agarró con fuerza la grapadora azul celeste con su nombre grabado en indeleble y se durmió profundamente.
 

Me llamo Zoe


Arropado por su pequeño y rollizo brazo sentía cómo subía su temperatura corporal a pesar de que el termómetro marcaba solamente 37,5 grados. Reaccionó al antitérmico con una sudada digna de un atleta y tras cambiarle la camiseta – por supuesto una de sus favoritas, la rosa con un corazón rojo en el centro - pasó una noche razonablemente tranquila. Cada vez que posaba los labios en la frente para comprobar el termostato corporal me enternecía mirar sus mejillas enrojecidas y ligeramente menos rellenas por la enfermedad. También me enternecía y sorprendía a la vez con qué sentido del humor visionaba desde sus nuevas gafas de notable graduación uno tras otro una decena de capítulos de “Me llamo Earl”, una serie ácida y difícil para una niña de seis años. Los privilegios del enfermo en nuestra casa incluyen excepcionalmente horas ilimitadas de pelis, series de TV o lectura. La elección de Zoe igual no es casual, porque se trata de una niña que quiere encantar, necesita ser querida y agradar es uno de los objetivos básicos de su pequeña existencia.  A diferencia del protagonista de la serie, Zoe no tiene una lista de malas acciones que reparar, pero, definitivamente quiere ser una buena persona.

Monday 7 February 2011

Reforma de pensiones


Tenía que subir el volumen del televisor considerablemente y usar sus gafas bifocales para poder atender con cierto entendimiento las noticias. Pasaba horas visonando shows televisivos intrascendentes, pero esos no requerían toda su atención, incluso podía mirarlos sin tomar su ingente dosis de medicación diaria en tres fases. Pero en las últimas semanas estaba preocupado por el debate sobre la reforma de las pensiones y buscaba entre el océano digital  televisivo debates, noticiarios o cualquier programa que tratase el tema. Él estaba jubilado hacía ya 20 años, pero no acababa de entender que la propuesta de reforma no tendría efecto sobre sus mínimos ingresos. Recibía una vez en semana la visita de un asistente social que trataba en balde de explicarle el espinoso tema, pero acababa rendido no ya por la sordera, ni el alzheimer, ni el cáncer de pulmón, sino  por el grado de descreimiento al que le llevó una reconversión industrial salvaje y una izquierda que le hizo añorar tiempos en blanco y negro.
Pese a la recomendación de los médicos, decidió salir a dar un paseo tras abandonar el centro de día. Observó con ironía a los niños que jugaban en un parque repleto de máquinas de hacer ejercicio en principio pensadas para las personas mayores. Revisó el cubo de la basura junto al supermercado del que rescató unas piezas de fruta a las que todavía se les podía sacar unos mordiscos y enfiló calle abajo hacia el sótano en el que vivían arrendados una estufa de butano, una vieja tele de las de cuerpo grande con el receptor externo de TDT que hubo de configurar el asistente social, un catre y una minúscula cocina de un solo fuego.
Prendió el televisor mientras seleccionaba la parte comestible de las frutas y las aliñaba con aceite de girasol y un buen puñado de sal. Le pareció entender que los sindicatos habían firmado un acuerdo con el gobierno para modificar el sistema público de pensiones y cortó el cable del televisor. Buscó entre los restos de una antigua caja de latón en la única estantería de la estancia una foto con dos de sus amigos del alma en su añorada villa asturiana de Cangas del Narcea esperando ansioso a la visita del asistente el jueves para dar salida al puto televisor y colocar en su lugar una estampa que esperaba contemplar, de nuevo cigarrillo en mano, hasta que le llegara la muerte tan ansiada por un Estado deseoso de liberar coste de pensiones.