Biografías, narrativa, novedades,
otros idiomas, una pequeña hemeroteca, tres enormes y luminosas
plantas vestidas de aluminio y cristal. Quietud. El monótono zumbido
de la calefacción se convierte en la base rítmica de una melodía
compuesta por silencios, con pequeños arreglos que van desde el
tímido paseo de las páginas de un diario devorado por un jubilado
con presbicia al movimiento nervioso de una silla tomada por un
metódico estudiante que parece preparar el quirófano para una
operación a corazón abierto. Elige la última de las diez largas
mesas de la sala central y el último de los doce puestos de la fila
de madera junto a un ventanal desde el que, en días despejados, se
puede ver la bola del mundo. Apoya una pesada mochila en el tablón
de contrachapado y, bajo la atenta mirada de un jovencísimo Antonio
Machado en blanco y negro, inicia una danza estudiada al milímetro.
Se toma su tiempo en montar un liviano atril de pvc sobre el que
apoyará el tercer tomo de un tratado de biología molecular. En una
perpendicular casi perfecta alinea tres rotuladores, negro, rojo y
verde, flanqueados por un lápiz HB con la punta impecable y una goma
milán que huele a infancia. Al alcance de la mano izquierda deposita
una botella de agua, un paquete de pañuelos de papel, una caja de
chicles de fresa ácida y un móvil de última generación. Solo
después de una meticulosa revisión visual del sofisticado
escritorio saca con sumo cuidado un ordenador portátil de quince
pulgadas que asienta a la derecha del atril y un pulcro cuaderno de
anillas DinA4 que parece deseoso de ser utilizado. Probablemente
satisfecho de un trabajo bien hecho, desenrosca el tapón de la
botella de agua y da un generoso trago. Saca entonces dos grajeas de
chicle mientras comprueba algo en el enorme móvil. Sonríe
tímidamente ante un estímulo de la pantalla y teclea con
sorprendente habilidad utilizando los dos dedos índices. Se mantiene unos
minutos enganchado al terminal aunque hace amago de apoyarlo en la
mesa un par de veces antes de posarlo para mantener entonces una dura
lucha con la silla tratando de encontrar la posición idónea.
“Vientos del pueblo me llevan, vientos del pueblo me arrastran, me
esparcen el corazón y me aventan la garganta ...” parece leer una
docena de veces rotulado en negro en el saliente de la planta
tercera. Cuando por fin parece haber encontrado el equilibrio
perfecto entre la silla, la mesa y los enseres, toma un nuevo trago
de agua, revisa el móvil y enfila la escalera hacia la salida.
Regresa diez minutos más tarde acompañado de una chica de ojos
sonrientes que parece haberse transportado desde la cama. Saca un
desvencijado libro y se entrega a la lectura como si la vida le fuese
en ello. Él vuelve a dar un sorbito de agua y, sin dejar de
observarla, recoloca el rotulador verde mientras vuelve a echar un
vistazo al móvil. Ella ya está en el hospital atendiendo un grave
caso de lo que parece ser una sepsis infantil. “Vientos del pueblo
me llevan, vientos del pueblo me arrastran, me esparcen el corazón y
me aventan la garganta ...”, vuelve a leer él, sin entender. El
jubilado con presbicia aprovecha la tranquilidad de la sala para
volar sin pasaje a Kiev y observar sin miedo la ferocidad de las
protestas, la puntería de los francotiradores y los vanos intentos
de paz por parte de la diplomacia internacional. Agota los últimos
restos de la botella de agua cuando ella ya ha pasado de capítulo y
está en la UCI de pediatría observando la reacción del bebé de
once meses a un tratamiento de choque con antibióticos. Él la
contempla embelesado, sueña con besar sus labios y nota cómo se le
acelera el pulso y se le seca la boca. Cuando ella está discutiendo
en una sesión el caso clínico, un tipo irrumpe precipitadamente en
la sala: “Se me ha acabado el agua y noto cómo se me aventa la
garganta, ¿me acompañas al Super a pillar una botella?”.
3 comments:
Siempre un placer leerte. ;)
Simplemente genial. Me encanta!
Hola,
formo parte de un equipo de traductores de relatos españoles al francés.
Estaríamos interesados en traducir unos de sus microrrelatos. Podría entrar en contacto conmigo, por favor.
Saludos cordiales,
Nancy Benazeth
Grupo "Lecturas de otros lados" / "Lectures d'ailleurs
Post a Comment