Monday 8 October 2007

Test


- Ante todo, la seguridad. Que corra más o menos no es demasiado importante, casi todos corren ya más que suficiente, lo que realmente nos interesa es un coche seguro. Los ricos son ricos hasta para eso y si no, fíjate, cuántas veces has visto que los muertos en accidente condujesen un Volvo o un Mercedes, le dijo a su mujer.
El coche contaba con todos los mecanismos inventados para tratar de reducir el riesgo en caso de impacto. Dos terceras partes del catálogo estaban dedicadas a definir los distintos sistemas de seguridad: ABS, Airbags delanteros y laterales, EDS, estabilizador de tracción, barras de protección lateral, estructura de deformación controlada, asientos “anti-submaring”, carrocería de alta rigidez torsional, suspensión “anti-drive” y un montón de marcas de siglas impronunciables.
El tiempo era excelente. Ni una nube para despistar al sol y una temperatura primaveral. El coche se movió seguro, en curvas cerradas y abiertas, bajadas y subidas. Cuando empezó a llover también la máquina parecía atada al suelo. Con el hielo fue algo distinto, pero el sistema inteligente de tracción permitía maniobras impensables con otros coches.
Volvió a salir el sol, la recta era inmensa. En el asiento trasero los dos bebés estaban sentados cómodamente en unos recios asientos de seguridad desmontables cuando fueran adultos. Delante, la mujer y el hombre tenían perfectamente abrochados los cinturones de seguridad y sus cogotes descansaban sobre un reposacabezas con dispositivo extensible en caso de impacto.
No intercambiaban palabra y los niños estaban perfectamente dormidos, no precisaban reponer combustible ni ellos sentían necesidad corporal alguna, así que no tuvieron que hacer paradas. Enfilaron la recta con decisión, el cuentarevoluciones lamió el rojo, primero en tercera, luego en cuarta y más tarde en quinta. 130, 140, 160, 190, 210 kilómetros por hora. La respuesta era excelente.
Se deslizaron por un badén de esos que normalmente provocan un cosquilleo que apasiona a los niños, pero ni se inmutaron, justo antes de que el vehículo se estampase contra un muro de hormigón a más de 160 kilómetros por hora.
Los ingenieros habían hecho un buen trabajo. La estructura delantera se deformó, saltaron los airbags y los reposacabezas mitigaron el impacto cervical.
La mujer y el hombre estaban prácticamente en el mismo estado que cuando montaron en el coche. Algún moratón de más y quizás una fractura en el fémur del hombre. Era mucho mayor que ella y probablemente el grado de descalcificación de los huesos era muy superior.
En la parte de atrás los niños no mudaron el gesto. La cabeza del más pequeño estaba muy inclinada a la derecha, pero nadie se preocupó demasiado porque cuando murió se le había roto el cuello en el impacto.
Los técnicos brindaron con champán. La prueba había sido un éxito y el responsable del servicio de estudios de seguridad se apresuró a felicitarles. La maquilladora tuvo que aplicarse a fondo para preparar los cuatro cadáveres para las siguientes pruebas. Había que ajustar una furgoneta familiar que no había pasado con éxito la prueba del Alce.
- Vamos a comprar este, cariño, te digo yo que para esta gente la seguridad está por encima de cualquier cosa, insistió el hombre ante las retitencias de su mujer.

Noticia: Una de las primeras marcas de vehículos reconoció haber utilizado 400 cadáveres en sus simulacros de accidentes para aumentar la seguridad de los coches.

3 comments:

Anonymous said...

Joder, te puedes creer que visito tu página dos veces al día para ver si ya has colgado algo??? gracias por hacerme disfrutar y desconectar durante unos cuantos segundos...

Carlos Fuentes said...

gracias por tu comentario en mi blog, no conocía el tuyo pero por lo que veo me puede llegar a pasar lo mismo que al anónimo que me precede
gracias

Carlos Ruano said...

Y yo me pregunto ¿quien dona los cuerpos de sus seres queridos para que hagan de crash test dummies? quizás sean gente sin familia, o roben los cadaveres.
Me ha encantado el relato.
Un saludo de tu alter-ego