Monday 14 February 2011

La reforma de las pensiones (y2)


Nadie en el Hemiciclo quería asumir el coste electoral de una subida de la edad mínima de jubilación por mucho que las pirámides poblaciones, el aumento en la esperanza de vida, y unas aportaciones insuficientes para que 22 millones de trabajadores pudieran financiar la pensión de 15 millones de jubilados en un horizonte no muy lejano, no dejasen lugar a dudas de que el sistema público es insostenible. Ante la falta de acuerdo en el engolado e internacionalmente sobrevalorado Pacto de Toledo, el Gobierno, en acuerdo secreto con el principal partido de la oposición, decidió volver a abrir el cofre de los denostados fondos reservados - que no computan en los sagrados objetivos de déficit público - y olvidó por un momento la congelación salarial y de contratación de funcionarios para recuperar la negra, despreciable pero bien remunerada figura del verdugo. Al tratarse de una actividad ilícita y paraestatal, las oficinas del INEM no podían ofrecer este empleo a los parados y el proceso de selección hubo de encargarse a un Comité de Expertos compuesto por miembros del gobierno, la oposición, El Banco de España y la Casa Real. En el caso del gobierno, el azar eligió al representante del Comité ante la reticencia de los miembros del Consejo de Ministros a participar en el proceso. Una de las ministras hizo honor a su apellido y sacó la pajita más corta en un proceso dirigido por el prestidigitador Ministro de Fomento. En la oposición, en una jugada de manual, Esperanza Aguirre hizo correr la voz de que quería hacerse con el puesto a toda costa, por lo que al final el marrón le cayó al Excelentísimo Alcalde de Madrid en un intento de su partido de construir un poderoso dossier para frenar posibles aspiraciones futuras. El omnipresente Banco de España designó a uno de los más fieles conserjes de la Calle Alcalá que antes de custodiar el oro ruso llegó a ser sargento de la Legión en Ceuta. En la casa Real, la indisposición de su Majestad y la pila de plancha pendiente del heredero al Trono llevaron a los consejeros reales a designar como representante externo al Conde de Marichalar, a fin de cuentas, un padre real.
En las primeras reuniones ya se puso de manifiesto la dificultad de la misión, empezando por el lugar en el que convocar la junta que, finalmente, resultó la cámara acorazada donde el Banco de España todavía guarda cientos de lingotes de oro, algunos de ellos incluso con la esvástica de algún pago nazi al régimen. En la antesala del complejo sistema de ascensores sumergibles en caso de emergencia para impedir cualquier asalto a las cámaras acorazadas con las que sueñan los numismáticos, la ministra Pajín manifestó su descontento por la escasa diversidad del comité. Sólo una mujer, ninguna persona de otra raza o condición sexual minoritaria. El conserje dejó ver los tatuajes caseros apenas distinguibles en lo que debieron de ser los bíceps haciendo notar su condición de minoría "amás de haber sodomizado, me perdonará su señoría, en más de una ocasión a algún que otro animal de granja". Las monteras que Gallardón tenía por cejas se encorvaron ante el comentario del ex-legionario mientras Don Jaime admiraba su combinación de pantalones fucsia y una camisa verde de amebas mientras pensaba que era la única persona con clase del grupo y sacaba de su riñonera Chanel un móvil Vertú con diamantes para comprobar que, efectivamente, en el búnker no había ni una línea de cobertura y él tenía cita en la peluquería a las 5.45.
Una vez en la estancia, el comité de sabios constató que había olvidado encargar las viandas así que jugaron de nuevo al palo más corto y la ministra, ya algo mosqueada por su mala fortuna, hubo de subir al Rodilla de la esquina a traer una combinación de sandwiches y media docena de bayonesas por si la reunión se alargaba.
Tras la frugal comida, los miembros de la nueva sociedad secreta decidieron que pondrían un anuncio en los periódicos nacionales de gran tirada y en La Gaceta, refugio de patriotas y soldados de Dios. Tardaron un par de horas- tiempo más que suficiente para dar buena cuenta de las bayonesas- en decidir el texto del anuncio: "¿Eres de los que toman sin dudarlo el último canapé de la bandeja? ¿Decidido? ¿Valiente? ¿Sin complejos? ¿Prefieres la victoria a la honra? ¿Te gustan las pelis de Chuck Norris/Charles Bronson/Van Damme o Steven Seagal? ¿Estás dispuesto a ayudar a tu país con una excelente remuneración?.
El apartado de correos al que remitía el anuncio recibió cientos de respuestas, aunque por uno u otro motivo - el regidor madrileño lo atribuyó al texto del anuncio con el que nunca estuvo de acuerdo- la mayoría de los candidatos tenían instintos asesinos, sí, pero estaban lejos de tener el glamour o la elegancia y discreción de un agente secreto. Además, se daba la circunstancia de que la mayoría de ellos eran al menos sexagenarios.
Un viernes, tras ver el titular del periódico mientras desayunaba unas porras con cazalla y un café, el empleado del banco central dio con la solución: El colectivo de controladores aéreos. Ya eran lo puto peor en imagen social, estaban acostumbrados a trabajar en turnos y quizás alguno de ellos podría ser acusado de traición, circunstancia perfecta para ofrecérsele un indulto a cambio de un trabajito para el Estado. Además, en términos generales, se trataba de tipos educados, con una imagen física excelente. Incluso uno de sus portavoces tenía club de fans en facebook. Como media España, que odiaba a esos diablos que provocaron el primer Estado de Emergencia de la democracia, daba por hecho que la cuestión de escrúpulos estaba resuelta. Media docena de Aston Martin, una buena paga, un par de trajes y una magnum del 45 harían el resto. Jubilados, incapacitados laborales y parados, no abran la puerta a desconocidos aunque lleven traje.
 

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